domingo, 23 de diciembre de 2007

¿Nos equivocamos acertadamente? Continuación


Por Carlos Arquieta

Definición del acto fallido

Me remito a la definición del acto fallido descrita en el diccionario de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis: “Acto en el cual no se obtiene el resultado explícitamente perseguido, sino que se encuentra reemplazado por otro. Se habla de actos no (necesariamente) para designar el conjunto de los errores de la palabra, de la memoria y de la acción, sino aludiendo a aquellas conductas que el individuo habitualmente es capaz de realizar con éxito, y cuyo fracaso tiende a atribuir a la falta de atención o al azar. Freud demostró que los actos fallidos son, como los síntomas, formaciones de compromiso entre la intención consciente del sujeto y lo reprimido”.

Lo que parece ser más interesante es ese ultimo descubrimiento de Freud que se menciona en la definición, y sobre el nos detendremos más adelante al explicar el funcionamiento de los actos fallidos.

Tipos de actos fallidos

Me apoyo en un fragmento de nuestro libro de referencia para describir a grandes rasgos, y sin ahondar, cada uno de los actos fallidos que encontramos más frecuentemente: “son estos fenómenos aquellos a los que nosotros damos el nombre de funciones fallidas (Fehlleistungen) o actos fallidos (Fehlhandlungen) y que se producen cuando una persona dice una palabra por otra (Versprechen-equivocación oral); escribe cosa distinta de lo que tenía intención de escribir (Verschreiben-equivocación en la escritura); lee en un texto impreso o manuscrito algo distinto de lo que en el mismo aparece (Verlesen-equivocación en la lectura o falsa lectura), u oye cosa diferente del o que se dice (Verhoeren-falsa audición), claro es, que sin que, en este ultimo caso, exista una perturbación orgánica de sus facultades aditivas.” También podemos mencionar el olvido de nombres, el olvido de algo que nos proponíamos a hacer y que de repente se nos olvida.
Ya habiendo considerado los tipos de actos fallidos que existen, todos y cada uno de ellos tienen una causa similar de presentación; aún en todas las variantes que presentan, todas tienen un origen en común: un deseo inconsciente. Analicemos esto más detalladamente.

¿Cómo se provoca un acto fallido? Algunos ejemplos

Cualquiera podría cuestionarse si en verdad un acto fallido es algo determinado psíquicamente, o simplemente es un producto de la distracción, o como bien mencionaba un buen amigo, por el grado de “estupidez” de la persona. Es muy cierto que nuestro desempeño diario se ve influido por el cansancio, el grado de atención y estado filológicos similares, pero, ¿Qué hay de esas situaciones en las cuales no hay cansancio? ¿Qué hay de esas ocasiones en la que uno se encuentra totalmente en sus 5 sentidos y aún así cometemos imprudencias o pequeñeces que al parecer escapan de nuestro control?

Nos dirían entonces: pero a veces las palabras se parecen entre sí, y por eso se cometen los errores de lenguaje o de escritura. Pero, ¿Qué hay de esas ocasiones en que las palabras no tienen ni la más mínima similitud?

Recordemos que nuestro fin ultimo es dar explicación a cualquier variante del problema, y evitar salirnos por la tangente dando una explicación vaga o imprecisa, o simplemente no explicando. Hago énfasis en esto porque es fácil decir algo, más no explicar el por qué lo decimos (nuestro lenguaje es tan espontáneo que pocas veces nos detenemos a pensar en lo que decimos).

Podemos notar que un acto fallido regularmente está tan fuera de nuestro control y es a la vez, según nuestro pensar, inexplicable. Sin embargo, definitivamente se puede explicar, y para explicarse tendremos que delimitarnos a un concepto que es una de las bases fundamentales del psicoanálisis: el inconsciente.

Hagamos una explicación sencilla, libre de cualquier rodeo o dilucidación complicada. Cuando uno va a decir algo, se tiene una intención. Esta intención puede ser en cierta manera agradable, cuando queremos saludar a alguien, o desagradable, cuando la queremos agredir. ¿Se han preguntado por que nuestros deseos de agredir son tan espontáneos, y nuestras intenciones de ser buenos a veces se ven frustradas?

Mostrare algunos ejemplos que ayudaran a entender mi explicación final.

Regularmente nuestros sentimientos ante ciertas personas se han visto influidas por experiencias que hemos tenido con ellas. Si en algún momento de nuestra vida, esa persona defraudó alguno de nuestros sentimientos, podemos guardar cierto “resentimiento” ante esa persona. Obviamente, y sobre todo cuando es una persona allegada a nosotros, esos resentimientos regularmente deben desviarse a nuestro inconsciente, puesto que la sociedad no permite mostrar esos sentimientos inadecuados ante la persona. En cierta manera, la censura evita que esos sentimientos devengan conscientes en su más puro sentido. Sin embargo, nos topamos con que un día se nos pide recordar algo de esa persona, e inmediatamente nos damos cuenta que recordamos a la persona, mas no a su nombre. Habría que preguntarse: ¿en verdad quiero recordar a esa persona?

Otro ejemplo: Imagine que usted se ve desconcertado puesto que ha perdido un regalo de gran valor monetario que le dio su abuelo en su cumpleaños, y a quien por cierto demuestra gran aprecio. Pocos días antes de perderlo se da cuenta usted que durante mucho tiempo, cuando su abuelo fue joven, el fue un padre bastante severo con sus hijos, que además era irresponsable y ejercía violencia en contra de su esposa. ¿No bastaría esa desilusión para tratar de desprenderse de algo de ese “gran” hombre?

Tomare ahora un ejemplo de un error en el habla, tomado de nuestro libro de referencia: “Así, aquel Presidente de la Cámara austro-húngara, que abrió un día la sesión con las palabras siguientes: “Señores diputados: hecho el recuento de los presentes y habiendo suficiente número se levanta la sesión.” ¿En verdad deseaba abrir o levantar la sesión?

Mecanismo del acto fallido: tendencias perturbadoras y tendencias perturbadas

Esos deseos que cuestiono en las preguntas, esos deseos que no se podían llevar a cabo, como dejar de lado al abuelo, olvidar a esa persona allegada, terminar o levantar la sesión, son todas tendencias perturbadoras, perturbadoras en el sentido de que “perturban” nuestro quehacer consciente, lo que conscientemente queríamos hacer, y todas ellas son en definitiva inconscientes. Eso que queríamos hacer conscientemente, recordar el nombre de la persona, conservar el regalo del abuelo, o abrir la sesión, podríamos entonces llamarlas tendencias perturbadas. El intermedio que se da entre la tendencia perturbadora y la perturbada, como podemos ver, es el acto fallido.

Así, el acto fallido es una formación sustitutiva del deseo inconsciente que debía ser reprimido, una formación a la que en cierta manera deformada se le permitió salir conscientemente.

Por esto es que se puede concluir que “el acto llamado fallido es, en otro plano, un acto ejecutado con éxito: el deseo inconsciente se ha realizado en una forma a menudo muy manifiesta.”

“Esa persona me ha defraudado, así que logro olvidarme de ella en cierta manera, olvidando su nombre o el obsequio que me dio.”

“Esta sesión no será de mi agrado, no quiero estar en ella, y aunque debo estar en ella, logro demostrar mi insatisfacción con mis palabras.”

¿Nos equivocamos acertadamente? Yo diría que sí, así que espero estas explicaciones les hayan sido de utilidad para su comprender del psiquismo humano, cualquier duda que tengan, recuerden que este es un espacio abierto a la discusión. Espero sus comentarios, y aprovecho para desearles feliz navidad y prospero año nuevo a ustedes y a todas sus familias.
Bibliografía:

Obras completas de Freud, tomo IV: Introducción al psicoanálisis-I Los actos fallidos y los sueños. Traducción directa del alemán de Luis López-Ballesteros y de Torres. Editorial Iztaccihuatl. México (1980).
Diccionario de Psicoanalisis. Laplanche, Jean y Pontalis, Jean-Bertrand. Bajo la direcciòn de Daniel Lagache. Traducciòn de Fernando Gimeno Cervantes. Editorial Paidós. España (1996).

domingo, 21 de octubre de 2007

¿Nos equivocamos acertadamente? Parte 1

Por Carlos Arquieta

Hace algunos meses, después de un largo tiempo sin trabajar debido a un pequeño accidente que había tenido, me disponía a salir de mi casa a tomar el camión que me llevaría a la empresa donde trabajo. Era un día tranquilo, aunque no niego que sentía un poco de nerviosismo al regresar de nuevo a la rutina. Pensamientos como: ¿y si olvide como hacer ciertos procedimientos?, ¿y si no tengo un buen desempeño?, esas ideas cruzaban por mi mente; sin embargo les fui restando importancia mientras transcurría la mañana.

Cuando salí de mi casa, y ya después de haber cerrado todos los candados, noté que había olvidado mi pluma y hojas donde realizar mis apuntes, lo cual me molestó de cierta manera. Entré a la casa, tomé los ya dichos objetos, y de nuevo salí para ahora sí llegar a la parada del camión. Después de un tiempo, el tan esperado (¿o no tan esperado?) medio de transporte llegó. Me senté tranquilamente cerca de una ventana, y seguí mi camino. Cual grande fue mi sorpresa que al ya haber avanzado aproximadamente 10 cuadras, había olvidado algo vitalmente necesario: el gafete con el que se me permitía entrar a la empresa. No podía hacer nada mas que bajarme inmediatamente y de mala gana del camión, pues sin ese pedazo de plástico que había olvidado no podía entrar a la empresa. Así, tuve que regresarme en otro camión, llegar a la casa por el gafete, tomar otro camión, y acabar llegando a la empresa como quien diría “raspando”. La pregunta sería: ¿en verdad quería yo ir a trabajar después de tanto tiempo de estar inactivo?

Días atrás había empezado a leer la obra de Freud: “Introducción al psicoanálisis: Los actos fallidos y los sueños”, y analizando la situación por la que pasé ese día, me dispongo a describir en este estudio uno de los fenómenos tratados en esa obra: los actos fallidos o equivocaciones.

¿Es importante un análisis sobre los actos fallidos?

“Comenzaremos esta segunda lección no con la exposición de nuevas hipótesis, sino con una investigación, eligiendo como objeto de la misma determinados fenómenos muy frecuentes y conocidos, pero insuficientemente apreciados, que no pueden considerarse como producto de un estado patológico, puesto que son observables en toda persona normal. Son estos fenómenos aquellos a los que nosotros damos el nombre de funciones fallidas o actos fallidos”.

Es con este párrafo con el que inicia el segundo capítulo de la ya citada obra del Padre del psicoanálisis, S. Freud. ¿Por qué se le dará tan poca importancia a un acto tan insignificante, a un pequeño error? Sonaría lógico que se le diera tan poca o nula importancia. En nuestros días no nos parece raro que alguien se equivoque u olvide algo, y usamos muy frecuentemente la tan conocida frase “es de humanos equivocarse”, por lo que se ve en el acto fallido una función normal, sin importancia o falta de complejidad psíquica. Sin embargo, un acto fallido nos presenta una importante descripción del funcionamiento psìquico a nivel inconsciente y consciente. Es por esto que es tan importante analizar esas funciones en apariencia simples.

Un sujeto ajeno al psicoanálisis diría que un análisis de los actos fallidos no es necesario, pues son únicamente producto de la casualidad. Pero consideremos lo que argumenta Freud: “¿Mas qué es lo que con esta frase quiere significar? ¿Querrá acaso afirmar que existen sucesos tan insignificantes que se encuentran fuera del encadenamiento de la fenomenologìa universal y que lo mismo hubieran podido o no producirse? Pero el romper de este modo el determinado natural, aunque sea en un sólo punto, trastornaría toda la concepción científica del mundo.” Recordemos que la ciencia busca ante todo la explicación de los fenómenos en el universo, y el que exista algo que no debe explicarse pues es casual, iría en contra de la misma ciencia. Pensemos en este argumento y decidamos si dar o no importancia al acto fallido.

Quienes decidan continuar con el estudio, esperen la siguiente entrada, donde se describirá la definición de un acto fallido, los diferentes tipos que existen, así como los motivos por los que se presentan y su papel en el psiquismo del sujeto psicológico. Agradezco de antemano sus comentarios.

Bibliografía:


Obras completas de Freud, tomo IV: Introducción al psicoanálisis-I Los actos fallidos y los sueños. Traducción directa del alemán de Luis López-Ballesteros y de Torres. Editorial Iztaccihuatl. México (1980).

viernes, 19 de octubre de 2007

Un inicio...

Aquí estoy en una noche de viernes, escribiendo las primeras palabras de algo que considero será un interesante espacio. Un espacio para la difusión de ideas sobre una de las más grandes creaciones de la mente humana: el psicoanálisis.

Invito a todos aquellos interesados en tan puro conocimiento a plasmar sus ideas y opiniones sobre los temas aquí tratados. Estudiantes, profesores y publico en general pueden aportar conocimiento o hacer preguntas sobre la serie de temas de los que se hablará cada semana.
Es cierto que me veo en una posición un tanto complicada al ser yo estudiante de psicología, y no ser un psicoanalista consumado, mas tomo el riesgo debido a que es un tema del que me apasiona hablar. Cabe aclarar que todo contenido aquí descrito estará sustentado en bases teóricas sólidas; se especificará la bibliografía utilizada. Aun y eso, también daré algunas opiniones al respecto de los temas.

Además de ser un espacio abierto a la discusión, también permitirá a estudiantes de licenciatura llegar a una comprensión más profunda sobre temas que sean vistos a través de la carrera.

Concluyo invitándoles a proponer temas de discusión, sus aportaciones serán bien vistas y tomadas muy en cuenta. Estoy seguro que con la ayuda de todos, lograremos llegar al conocimiento del mundo psíquico, al conocimiento de la mente, y simplemente desarrollando algunos “Estudios sobre psicoanálisis”.