martes, 1 de enero de 2008

“¿¡Tengo hambre, que hago!?” El proceso primario y el proceso secundario: ¿el ello y el yo se ponen de acuerdo?


Por Carlos Arquieta

Proceso primario y proceso secundario…compañeros de psicología, ¿les suenan esos términos? ¿Nunca se preguntaron que demonios significaban? Digo esto porque me atrevo a decir que hasta hace unos pocos meses me acabo de enterar, y que pena que cuando nos surge una duda la dejemos de lado y no la investiguemos. Mas también puedo decir que me fue de gran ayuda comprender estos conceptos, y comparto con ustedes la forma en que ellos influyen en el psiquismo humano.

Las tres instancias de la personalidad

Para aquellos no familiarizados con el psicoanálisis, expondré brevemente los tres polos de la personalidad del ser humano de acuerdo a la segunda tópica freudiana.

La primera es el ello. Es el polo pulsional, todo aquello que tenga que ver con los impulsos, instintos, las descargas de energía o tensión en el ser humano. Su función cumple con el principio de preservar la vida, o como Freud lo llama, el principio del placer, del cual hablaremos mas adelante.

La segunda instancia es el yo. Es aquel que se ve formado cuando el individuo toma contacto con la realidad, es según S. Hall “el ejecutivo de la personalidad, que domina y gobierna al ello y al superyo y mantiene un comercio con el mundo exterior en interés de la personalidad y sus vastas necesidades.” El yo se guía dentro del principio de la realidad, el cual también se definirá más tarde.

Finalmente, y no menos importante, está el superyo. Según Laplanche y Pontalis “su función es comparable a la de un juez o censor con respecto al yo. Freud considera la conciencia moral, la autoobservaciòn, la formación de ideales, como funciones del superyò.” En este artículo no hablare más del superyò, puesto que aquí solo me propongo a describir la forma en que el ello y el yo logran interactuar. Talvez el tema del superyò deba ser tratado por separado y no descarto talvez abrir otro artículo al respecto sobre esta tan extensa instancia de la personalidad.

Uno podría pensar que el ello es el malo y rebelde, el yo es el normal, y el superyò es el bueno y consciente. Si piensan eso, podría poner las cosas de otra manera: decirles que el ello es el que busca satisfacer al ser humano, que el yo es aquel que está siempre en conflicto pues no sabe que tendencias aceptar, y el superyò es un agente punitivo que si es llevado al exceso en su formación puede provocar daños profundos en la persona. ¿Interesante? Para más información sobre las instancias de la personalidad hay bibliografía muy extensa al respecto, desde las obras de Freud, El diccionario de Laplanche y Pontalis, y otros autores que han extraído de manera sencilla sus definiciones, como el autor en quien nos fundamentaremos para nuestras siguientes observaciones: Calvin S. Hall.

El principio del placer y el principio de la realidad: Ello y yo

Dejando por ahora de lado al superyò, nos podremos enfocar a las relaciones entre el ello y el yo, y para entender esta relación será necesario explicar los principios por los que seguían cada una de estas instancias: el del placer y el de la realidad respectivamente.

Iniciemos con un ejemplo. Cuando sentimos hambre, imaginamos comida, mas no la hay por el momento, pero buscamos satisfacer nuestra necesidad, seguimos pensando en ella una y otra vez. Lo externo nos lo impide, pero nuestro psiquismo busca la satisfacción por todos los medios. Esto es el principio del placer.

Ahora, eso externo, la falta de comida, pues nos hace confirmar la realidad, que simplemente no hay comida, es una prueba de realidad, nuestras percepciones no nos engañan, por más que fantaseemos. He aquí el principio de la realidad.

No niego que estos ejemplos nos harán entender mejor el proceso primario llevado a acabo por el ello y el proceso secundario llevado a cabo por el yo, e incluso me atrevo a decir que es demasiada delgada la línea que separa los conceptos ello-principio del placer-proceso primario y yo-principio de la realidad-proceso secundario. Decido mejor, para no confundir, definir los principios de placer y realidad según el diccionario de Laplanche y Pontalis:

Principio de placer: “…el conjunto de la actividad psíquica tiene por finalidad evitar el displacer y procurar el placer…”

Principio de realidad: “…Forma un par con el principio del placer, al cual modifica: en la medida en que logra imponerse como principio regulador, l a búsqueda de la satisfacción ya no se efectúa por los caminos más cortos, sino mediante rodeos, y aplaza su resultado en función de las condiciones impuestas por el mundo exterior.”

A esto que se menciona al final de la última definición es a lo que quería llegar: ¿Acaso quiere decir que el principio de placer y principio de realidad buscan un mismo fin, la conservación del ser humano, la satisfacción de sus pulsiones? Sería valido decirlo, pues como vimos en las definiciones, también el principio de realidad busca la satisfacción, aunque sea con rodeos. ¿Pero como es que ello y yo llegan a ese acuerdo, si son diferentes instancias? Aun y siguiendo diferentes procesos, ambos llegan al mismo fin: la satisfacción. Veamos esto.

Proceso primario y proceso secundario

Además de tener un sistema de sensorial y un sistema motor, el ser humano cuanta con un sistema perceptual. Este sistema nos permite cambiar las excitaciones sensoriales y transformarlas en cuadros mentales o representaciones sobre los objetos. Así, esos cuadros o representaciones se conservan o “guardan” como huellas o restos mnèmicos en la memoria. Para no confundir, una percepción es una representación mental de un objeto, y una huella mnèmica es una representación mental de una percepción. Más sencillamente, cuando vemos algo se forma una percepción, y cuando recordamos algo que vimos se forma una huella mnèmica.

Dejando claro estos conceptos, volvamos al ejemplo: Cuando uno siente hambre, y no hay comida, nos vemos ante una situación frustrante, y esta frustración lleva al ello a trabajar. Así, el ello busca cumplir su principio de placer y busca en el sistema de la memoria alguna huella mnèmica de algo que en una ocasión percibido llego a procurar el placer de la alimentación, y logramos fantasear aquel alimento deseado. A esto se le llama el proceso primario. Cabe considerar que para el ello esto ha sido como alcanzar el placer total, pues el ello no distingue lo subjetivo de lo objetivo. Para el ello esta imagen es una “identidad de percepción”, llamada así porque la considera idéntica a la percepción misma.

Es obvio que para el ser humano como un todo, no se alcanzará la satisfacción total con solo traer un rastro mnèmico, y esta es la parte donde el yo comienza a trabajar para procurarle este placer inalcanzado. Antes de entrar al yo, consideremos que éste necesita del ello, puesto que no podemos alcanzar algo deseado sin formar una representación de aquello. Como Hall lo expone, sin el proceso primario solo lograríamos alcanzar lo que necesitamos por “ensayo y error”.

Así, ya habiéndose formado la representación, el siguiente paso es encontrar o producir el objeto, es decir, traerlo a la existencia. El alimento será entonces alcanzado por el proceso secundario, que es simple y sencillamente utilizar un plan de acción para llegar al objeto deseado, usando el pensamiento y la razón. Es como dice Hall,”resolver o pensar problemas”. Y así logro, pensando y razonando, llegar al alimento que necesitaba, buscándolo, por ejemplo, en la cocina. Consideremos que el yo sí logra, a diferencia del ello, separar lo subjetivo de lo objetivo, lo irreal e imaginario de lo real.

¿Tanto procedimiento para explicar algo como: “tengo hambre, iré a buscar comida a la cocina”? Pues recordemos que así es la mente humana, tan compleja y tan llena de procesos de este tipo que ahora usted, lector, conoce y creo le ha sido de beneficio. Recordemos también que no hay que despreciar los fenómenos psíquicos por más pequeños que sean. Con esto solo me proponía dejar claro que el ello y el yo no están separados del todo, y logran llevar al individuo hacia su cometido, a cumplir sus metas, sus deseos y ambiciones. Vemos como ambas instancias trabajan juntas para lograrlo.

Tal vez haya quedado la duda: ¿Qué ha sido del superyò? ¿Qué papel tiene exactamente con las otras instancias? ¿Logra frustrar planes o ayuda a llevarlos a cabo? Estimado lector, el superyò es otra historia… Se Agradecen sus comentarios, y feliz comienzo de año 2008.
Bibliografìa
Diccionario de Psicoanalisis. Laplanche, Jean y Pontalis, Jean-Bertrand. Bajo la direcciòn de Daniel Lagache. Traducciòn de Fernando Gimeno Cervantes. Editorial Paidós. España (1996).
Compendio de Psicologìa Freudiana. S. Hall, Calvin. Editorial Paidós. Mèxico (2007).